22 de agosto de 2008

Detrás de la estación de St Lazare


¿Qué mejor día que hoy, 22 agosto de 2008, centenario del nacimiento de Cartier-Bresson, uno de los padres del fotoperiodismo, para recordar la historia de una fotografía?.

¿Queréis concerla?

El Autor. El nombre de Henri Cartier-Bresson (22 de agosto de 1908 - 2 de agosto de 2004) está íntimamente relacionado con el de la Agencia Magnum, que fundó en 1947 junto a Robert Capa, David Seymour, William Vandivert y George Rodger. Magnum es la mejor agencia de fotografía del mundo, no porque sus fotógrafos estén en todos lados, sino porque están en los mejores lados. La filosofía con la que nació — y perdura — es que los autores de las fotografías sean los propietarios de todos los derechos de su obra. La entrada en la agencia, como es de entender, es a cuenta gotas, y en su plantilla han estado y están los mejores, como lo era Cartier-Bresson. Pero el mismo decía:”El fotógrafo como tal no me interesa. Yo espero solo capturar una diminuta parte de la realidad”.

La fotografía. Detrás de la Estación de St Lazare es una de las primeras obras conocidas de Cartier-Bresson. Fue tomada en 1932 en París, con la primera de las Leica que tuvo. Como cuentan en el episodio tres de la serie de la BBC Genius of Photography, Cartier-Bresson se podía permitir el lujo de tener esta cámara, que además explica cómo pudo hacer esta fotografía en la que se congela el momento del salto: la Leica tiene el visor a la izquierda, con lo cual, haciendo la foto con el ojo derecho te queda libre el izquierdo, de tal manera que puedes ver el movimiento antes de que llegue al encuadre.


Muchos ven en esta fotografía no solo la congelación del momento — que queda de sobremanera plasmada en las ondas del agua y la punta del pie del sujeto, además del reloj de la estación — sino todo un simbolismo de lo que se avecina sobre Europa: un cartel con un nombre judío en el muro, la destrucción alrededor y el salto hacia adelante puede ser simbolismo del horror nazi y de su derrota. Fue precisamente el horror primero de la guerra civil española y luego de la Segunda Guerra Mundial el que terminó de encumbrar a este fotoperiodista. De este periodo es su trabajo de 1944 sobre la vida del pintor Matisse.

Pero Cartier-Bresson no era futurólogo, y el simbolismo solo puede ser posterior, y no estar en la intención del autor. Él solo disparó su Leica en el momento preciso. Marca además su filosofía como fotógrafo, que tiene que ser un testigo que no interviene en la composición, y que por no manipular no usa ni tan siquiera el flash. Toda esta filosofía quedó reflejada en su artículo L’instant decisif, donde describe su concepción sobre la fotografía.

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