31 de mayo de 2008

¿Cómo dormiré?

Un niño bien descansado es un niño más feliz, y ¡unos padres bien descansados no digamos! El sueño es una cuestión que inquieta mucho a los padres, y son muchos los especialistas que han abordado el tema, siendo sus opiniones de lo más dispares.

Por un lado, están los métodos que consideran que los niños tienen que aprender a dormir solos. El estandarte de esta corriente es el libro 'Duérmete Niño' de Eduard Estivill y Sylvia de Béjar. Recomienda establecer una rutina para irse a dormir, y posteriormente el niño debe quedarse sólo en su habitación, incluso aunque llore. En este caso, para entrar a consolarle, el libro establece una tabla de tiempos de espera.

Por otro lado, están los que consideran que no hay que enseñar a dormir a los niños, que "los bebés ya saben dormir desde antes de nacer", tal y como plantea 'Dormir sin lágrimas', de la doctora Rosa Jové. Esta autora considera que no se debe desatender el llanto de un niño. Por lo tanto, recomienda el colecho (dormir con los padres) y lactancia materna a demanda.

Hay un camino intermedio entre estos dos, como por ejemplo el planteado por Jo Frost, la autora del libro 'Pregúntale a Supernanny'. Aunque el trasfondo es muy similar al del método Estivill, propone una técnica de separación progresiva para que el niño vaya aprendiendo a dormirse solo poco a poco.

Una vez planteadas las diferentes posturas, la duda que surge es ¿cuál es el mejor? Vamos a ver primero las principales críticas y problemáticas que puede presentar cada uno.
  1. Duérmete niño. La principal crítica que recibe este método es que hay que dejar llorar al niño. Muchos opinan que es ocasionarle un sufrimiento innecesario que puede acarrear problemas posteriores (miedos, inseguridad...) Otra cuestión que plantea dudas es que es un método bastante estricto en su forma de aplicación. Se le tacha de frío en la manera de consolar al niño cuando llora en la cama (no permite tocarle y cogerle, sólo hablarle), aunque en alguna entrevista posterior el autor ha manifestado que cada familia puede adaptarlo.
  2. Dormir sin lágrimas No todas las parejas llevan bien lo de dormir con su hijo. La pareja necesita su momento de intimidad, y no me refiero únicamente a las relaciones sexuales (que son muy importantes), sino también a la comunicación en la pareja. Para muchas parejas éste es el único momento del día en que están tranquilos y relajados para contarse sus cosas.

Otro aspecto que plantea dudas es cuándo deja el niño de dormir con los padres. Rosa Jové afirma que a partir de los cuatro años (como mucho a los seis) los niños piden dormir solos. ¿Qué sucede en los casos en que no lo piden? El libro plantea que, si el niño se despierta durante la noche y es lactante, hay que ponerlo al pecho, tenga hambre o no. Muchos pediatras no están de acuerdo. No siempre que un niño llora es porque tiene hambre por lo tanto, si no tiene hambre ¿por qué consolarlo con comida?

De todos modos, el sueño de un niño no es una cuestión matemática, por tanto, ningún método puede dar soluciones mágicas. Simplemente, dan pautas que luego el sentido común de cada uno tiene que adaptar a su propio caso.


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