Este cuento se titula “Saber enseñar”
Creo que es una imagen clara de lo importante que es el valor de nuestro ejemplo para nuestros hijos.
Una madre llevó a su hijo ante Mahatma Gandhi e imploró:
“Por favor Mahatma, inste a mi hijo a no comer azúcar”.
Gandhi, después de una pausa contestó:
“Tráigame a su hijo de aquí a dos semanas”.
Dos semanas después, ella volvió con el hijo.
Gandhi miró bien profundo en los ojos del muchacho y le dijo:
“No comas azúcar”
Agradecida pero perpleja, la mujer preguntó:
“¿Por qué me pidió dos semanas? ¡podría haber dicho lo mismo antes!”
Y Gandhi le contestó:
“Hace dos semanas, yo también comía azúcar.”
Creo que la moraleja es clara y contundente.
Una serie de interrogantes:
- ¿Creéis que somos buenos ejemplos para nuestros hijos?
- ¿Por qué tantos padres fuman delante de los carritos de los bebes y niños pequeños o por qué fuman las embarazadas?
- ¿Cuánta fruta y verduras comemos los adultos?
- ¿Cómo van a ser los niños grandes lectores si el 50% de los españoles apenas lee?
- ¿Consolamos a nuestros bebes cuando lloran o les dejamos llorar para que no se malcrien y aprendan a sobrevivir solos?
- ¿Hay amor, comprensión y paz en todos nuestros hogares?
- ¿Respetamos los padres a los profesores/educadores de nuestros hijos o les desautorizamos?
Cada uno que se responda en silencio y como se supone que somos adultos maduros, que todos actuemos en consecuencia: Así quiero que mi hijo sea, así debo ser y actuar yo.
El ejemplo no funciona por control remoto ni ondas cuánticas.
El ejemplo necesita PRESENCIA FÍSICA. Mucho más que 2 horas de calidad.
No es fácil y Einsten ya lo decía:
“Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera”
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