
Los peluches protegen durante la niñez, proporcionándo una dulce compañía y seguridad.
Por las noches nos aferramos a ellos sabiendo que nos guardarán de todos los males y siempre hay un muñeco especial que se prefiere a los demás. .
Que no hubierais dado papás entonces por poder sentaros en este sillón… si un solo muñeco puede acaparar tantos poderes, esta pandilla de osos debe ser el nirvana.
La realización no tiene por que ser complicada, pues solo hay que coser fuertemente los lomos de los muñecos a la tapicería de una vieja butaca. La base debe tener una estructura ligera, para que el conjunto no resulte demasiado sobrecargado. Como vemos en la fotografía, las patas de tubo de acero dan la impresión de que los peluches están suspendidos en el aire.
Un sillón que una vez superada la infancia, seguro quedará en el recuerdo.
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