Son éstos días de escribir muchas cartas, a Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente pidiendo regalos, a familiares y amistades deseando felicidad y prosperidad...
Yo he encontrado esta carta, la que un hijo escribe a sus padres.
- No me grites.
Te respeto menos cuando lo haces. Y me enseñas a gritar a mí también y yo no quiero hacerlo. - Trátame con amabilidad y cordialidad igual que a tus amigos.
Que seamos familia, no significa que no podamos ser amigos. - Si hago algo malo, no me preguntes por qué lo hice.
A veces, ni yo mismo lo sé. - No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por tí (aunque sea para sacarte de un apuro).
Haces que pierda la fe en lo que dices y me siento mal. - Cuando te equivoques en algo, admítelo.
Mejorará mi opinión de ti y me enseñarás a admitir también mis errores. - No me compares con nadie, especialmente con mis hermanos.
Si me haces parecer mejor que los demás, alguien va a sufrir (y si me haces parecer peor, seré yo quién sufra). - Déjame valerme por mí mismo.
Si tú lo haces todo por mí, yo no podré aprender. - No me des siempre órdenes.
Si en vez de ordenarme hacer algo, me lo pidieras, lo haría más rápido y más a gusto. - No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer.
Decide y mantén esa posición. - Cumple las promesas, buenas o malas.
Si me prometes un premio, dámelo, pero también si es un castigo. - Trata de comprenderme y ayudarme.
Cuando te cuente un problema no me digas: “eso no tiene importancia…” porque para mí sí la tiene. - No me digas que haga algo que tú no haces.
Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas, aunque no me lo digas. Pero nunca haré lo que tú digas y no hagas. - No me des todo lo que te pido.
A veces, sólo pido para ver cuánto puedo recibir. - Quiéreme y dímelo .
A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo.
Yo, personalmente, la rubrico.
¿Y vosotros?
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