Con la fresquita, ya enfundada en el "mono de trabajo", mami dirige sus pasos hacia el Parque Primo de Rivera, desde donde tomará la salida junto con otras 2.600 locuelas del deporte.
¿Un posado para la posteridad?
Las que no corremos (aún) acudimos pertrechadas para soportar el relente mañanero.
Heme aquí en mi papel de entrenadora, infundiendo ánimos y departiendo confidencialmente con mi pupila acerca de la estrategia que debe seguir en la carrera:
"Tranquilita y chino chano, mami."
A calentar se ha dicho, trotecito suave.
Mami visualiza la carrera, se abstrae e interioriza mis consejos.
Suben las pulsaciones...
Ya inmersa en la marea azul y rosa, se distiende y nos sonríe.
El ambiente en la llegada es inigualable.
Mami tiene mucha marcha, lo que dice el globo es verdad.
¡ Tiene hasta fuerzas para completar los últimos metros antes de la meta conmigo a cuestas !
Superada la prueba, mirad qué ufana luce tras una sesión de electroestimulación:
Mami, ¡ tú sí que vales, campeona !
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