¡ Dame propina !

Muchos de los que leáis este blog os acordaréis de ese momento.

Para muchos de vosotros la propina resultó ser el primer paso (pequeño, pero paso al fin y al cabo) hacia la autonomía económica.

La obtención de la subvención tenía su liturgia.

Sábado o domingo por la mañana, bien temprano.
“Mamá, ¿me das la propi?"

Respuesta por defecto:
“Pídesela a tu padre”

Se buscaba al progenitor:
“Papá, ¿me das la propi?”

Respuesta por defecto:
“Pídesela a tu madre”

Turno de réplica:

“Ya se la he pedido y me ha dicho que te la pida a ti”
(Esta frase debía ser declamada con voz tristona)

Resultado final de la táctica de desgaste: propina al bolsillo.

Para más pingues beneficios se podía repetir la operativa con los abuelos, sólo hacia falta reemplazar madre por abuela y padre por abuelo.

¿La cuantía de la subvención?
Variable en función de los posibles y de las dotes y argucias negociadoras del mini.


Podía fluctuar entre los cinco duros y las 200 pesetas de entonces...

Ingresado ya el capital en el bolsillo, lo siguiente era el dispendio.
Había que fundir ese dineral.


Papi recuerda cómo estiraba los cinco duros del domingo en la tienda de chuches (La Bodeguilla se llamaba).

Balines de regaliz a peseta, fresones y palotes a duro, sobres de indios y vaqueros a 15 pesetas...


Cuando ya se le había metido fuego a la propi, se quedaba uno más tieso que la mojama, a dos velas, al amparo de la caridad materna hasta que llegaba de nuevo el gran día, el día de paga.

Creo que hoy en día se ha perdido esta costumbre.
Ahora parece que se lleva el régimen “all inclusive”, el “todo incluido” de los hoteles de Caribe.


“No, no me dan propina, me dan cuando necesito...” se dice ahora.

Una peligrosa puerta abierta a la bancarrota familiar como el mini sea medianamente avispado.

Se ha perdido la capacidad de confiar a los minis la administración del pecunio...
Nos volveremos unos manirrotos...

O témpora, o mores...

Venga esos comentarios:
¿qué hacíais con vuestra propina?