7 de septiembre de 2010

Las palas...

Reflexiones surgidas al hilo de las vacaciones.

Abordo en esta entrada un asunto escabroso.
Tendrá su legión de defensores y adeptos y su legión de detractores, entre los que me encuentro.

Hablo sobre esa costumbre (¿solo española?) de jugar a las palas en la playa.


Me pregunto lo de española por si alguien se imagina a los nativos de las Seychelles o de Bora Bora jugando a esto...


Creo que existe una Ley de Costas que se dedica a prohibir instituciones como nuestros chiringuitos.


Permite por contra aberraciones de este pelo, como la que he podido ver recientemente en la Playa salvaje del Algarrobico.


Lo que verdaderamente debería prohibir es este juego.

Os relato, desde mi experiencia, la percepción que tengo sobre este “juego”.

  • Participantes: serán dos, en principio.


  • Lugar de juego: próximo a al orilla del mar, próximo a aquellos que pretenden descansar en la playa.


  • Hora de juego: preferentemente aquella en la que la gente pretende descansar en la playa.


  • Equipación: traje de baño, palas y pelota (cuanto más ruido haga ésta, mejor).


  • Objeto del juego: curiosamente, es un juego en el que no se pretende ganar a aquel con quien se juega.
    Lo que se busca es concatenar el mayor número pelotazos con su plac-plac-plac-plac posibles.
    De modo que el oponente, contrincante o contrario resulta ser todo aquel que pretenda relajarse en la playa escuchando el ruido de las olas.


Extrañas costumbres veraniegas...



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