Esperas a que termine.
Coges 6 kilos de prendas más o menos húmedas entre tus brazos como si fueras un malabarista del Cirque du Soleil.
No importa el cuidado que pongas.
Hay una verdad inmutable.
Cuando vuelvas de tender, encontrarás sí o sí un calcetín rezagado que se te cayó del montón.
P.S.
Cuando te enfrentas al hecho de ver la prenda mojada, tendida sobre el suelo y sin pareja, existen dos posibilidades:
a) eres un desalmado y la arrojas a la lavadora o al cesto en espera de una siguiente colada.
b) tienes misericordia del pobre naúfrago y lo llevas a secarse al solecito con su pareja.
Miserias domésticas...
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