8 de junio de 2008

Sueño slow

La moda del sueño express para los niños está caducando y cada día surgen más evidencias de lo peligroso que es.

Lo primero que hay que decir es que los bebés aprendemos a andar cuando estamos madurativamente preparados (un bebé nunca andará a los 2 meses), a hablar cuando podamos(un bebé nunca hablará un discurso con 5 meses) y lo mismo pasa con el sueño.

El sueño infantil es el tema sobre el que más mentiras circulan (muchas desde los mismos profesionales) y que más duro es para los padres. De hecho, podríamos valorar la calidad humana de una persona según cómo reacciona ante esta prueba de la crianza.

Según el libro "Dormir sin lágrimas" de Rosa Jové, experta en sueño infantil y con conciencia, el sueño es un proceso evolutivo. Todo niño sano, que presente despertares frecuentes o le cueste dormirse, algún día dormirá correctamente.

Y este algún día no es ni mucho menos a los 4 meses, y correctamente no es ni mucho menos 12 horas seguidas. Que algún bebé lo haga espontáneamente no quiere decir que los demás tengamos que hacerlo.

A los bebés no se nos puede enseñar a dormir por el sencillo hecho de que ya sabemos dormir antes de nacer. Dormir es una necesidad vital. Pero sí nos podéis acompañar en el proceso, facilitarnos las cosas (relajación, suavidad, rutina, penumbra, etc.) y respetarnos. Pero abandonarnos y dejarnos llorando no puede ni enseñar a dormir ni enseñar nada de nada salvo desamparo, resignación y la terrible lección de “ni mis padres me consuelan, mis necesidades no son importantes”.

Las circunstancias difíciles de la vida destapan lo mejor o peor de cada persona y la cruda realidad es que el ritmo de vida actual es inhumano con nuestras necesidades y las de los propios padres, que en muchos casos tienen ambos que madrugar y que no tienen ni fuerzas para consolarnos cuando nos despertamos con frecuencia.

Pero en el sueño infantil no existen atajos. Actualmente se están suministrando fármacos a los niños para dormir o practicando métodos de adiestramiento (Ferber/Estivill, Supernanny). Y ambos pasan factura.

Los medicamentos para dormir alteran los ciclos de sueño y el delicado funcionamiento cerebral
Dejar llorar y no atender (decir palabras desde la puerta no es por supuesto atender) provocan shock emocional que producen niveles de cortisol altísimos y tienen secuelas a corto y largo plazo.

Lo siento mucho pero no existe nada mágico para que nos durmamos como los lirones simplemente porque nuestro proceso natural de sueño no es así. No todos tenemos botón de “off” durante 9-12 horas.

La publicidad aprovecha este talón de Aquiles de nuestros padres para ofrecerles jabones con lavanda, cacao con melisa, infusiones relajantes (llenas de azúcar e insanas por cierto) y tonterías varias. Todo son parches y no soluciones.

Porque la solución es la paciencia y el respeto.

Sí, así de rotundo. El sueño es de los más slow en el desarrollo de los niños y la mejor prueba para que los padres nos demuestren su amor incondicional, su madurez y su capacidad de entrega y sacrificio si fuese necesario. Si alguien tiene que sufrir ¿no deberían ser los padres, adultos equilibrados supuestamente, y no nosotros los bebés?

La naturaleza sí ha dado herramientas a la madres: lactancia materna con triptófano natural y con efecto calmante por la succión y el contacto. Y curiosamente la duración de la lactancia en la especie humana debería ser de varios años (los mismos que necesitamos los niños para ser menos dependientes).

En ausencia de lactancia, a más contacto del bebé con los padres, más cómodo y beneficioso para todos. El colecho es la opción ancestral y mundial para resolver este tema. Y el 80% de los padres lo practica.

En cualquier caso, este post no es una apología del colecho sino una apología de la piedad.

Y para que no nos creamos que nuestros hijos nos manipulan simplemente por no actuar según patrones oficiales de vigilia y sueño, sólo nos queda la información rigurosa y científica. Podéis echar un vistazo al documental de Punset que incluiré en mi blog más adelante, es un excelente inicio en el conocimiento de las necesidades verdaderas de nosotros los bebés.

¡Corren malos tiempos para ser bebé y mamá y papá de verdad! Pero ahí radica la grandeza humana.

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