Pocas camisetas he visto que sean tan amorosas como
ésta.
Como una ovejita bien educada que no permite que sus rizos lanudos se ensucien, se dedica a lavarlos a máquina – para ahorrar agua, seguro – y a esperar a que acabe el centrifugado.
Esperemos que nuestra ovejilla no lo haya puesto en agua caliente, o más que una piel de oveja tendrá el tamaño de una de cordero
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